¡Lo mejor de los campamentos es que los participantes se divierten tanto que ni siquiera saben que están aprendiendo! Cuando jugamos juntos aprendemos hasta qué punto las personas son conscientes de los demás, justas o generosas. Aprendemos sobre su disposición a ser perjudicados o su deseo de tener siempre la razón. En realidad, la inter-persona está expuesta. Podemos hacernos la pregunta: “¿Es así como Cristo quiere que vivamos?”
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